Del folklore al cante

Del folklore al cante


Una de las líneas de formación y desarrollo del cante Flamenco- a nuestro modo de ver, la más importante- ha sido la flamenquización del folklore andaluz. Este será, por tanto, el proceso que intentaremos reproducir en nuestros talleres de Flamenco. El niño irá adentrándose en los diversos estilos flamencos a partir del folklore más cercano a él, del más popular. Y la manifestación folklórica de mayor arraigo en toda Andalucía, la que nuestros alumnos viven más de cerca, la que protagoniza cada año, desde Almería a Huelva, las ferias y romerías andaluzas es, sin duda, el cante y baile por sevillanas. Si queremos que el niño deje de considerar el Flamenco algo ajeno a sus intereses y vivencias, habremos de comenzar por ellas. Una vez dado este primer paso deberemos abordar algún tipo de fandango, preferentemente el que más se cante en la comarca donde enseñemos. Y, siempre que sea posible, uno que pueda cantarse a coro: fandango cané, fandango de Calañas, fandango de Cabezas Rubias, etc, etc. Hay provincias, como Cádiz, en las que puede resultar aconsejable pasar de las sevillanas a los tanguillos, y de allí a algún tango; o Málaga, en donde el segundo paso podrían ser los verdiales. En líneas generales, y salvando las peculiaridades de cada comarca, el camino se iniciaría con cantes de ritmo rápido y alegre - sevillanas, fandangos, tanguillos - para adentrarse más tarde en las alegrías, el romance, las bulerías y llegar a la soleá. Después, en una segunda etapa, cuando hayamos conseguido interesar a nuestros alumnos, cuando hayan empezado a caer las barreras que les impedían valorar y saborear el cante flamenco, habrá llegado el momento de conducirlos, arropados por la historia de la música, del arte y de la cultura andaluzas, hasta la petenera, el polo, la caña, la malagueña, la granaína, los cantes mineros, la saeta, las tonás y la seguiriya.