Cultura escolar y cultura popular

Resulta necesaria la existencia de dos culturas en interacción: la cultura escolar y la cultura popular


 

Se habla de diferentes culturas, la cultura oral a diferencia de aquella otra cultura que utiliza la escritura como forma de memoria colectiva. Este sencillo concepto se une a muchos otros que exigen el pensar en una clasificación o tipología de culturas [LOTMAN, J. ( 1993) Consideraciones sobre la tipología de las culturas. En Documento de Trabajo de Eutopías, 2ª Época, Vol. 11 del Centro de Semiótica y Teoría del espectáculo de la Universitat de Valéncia. Como curiosidad dice...El mundo de la memoria oral está lleno de símbolos. Bien pudiera ser verdad la paradoja de que la Introducción de la escritura posiblemente no enriquezca sino que empobrezca la estructura semiótica de una cultura. El empobrecimiento cultural de la escuela basado en el uso de los libros de texto y el debilitamiento cultural que con él se produce, podría ser un ejemplo interesante.]. No vamos a entrar aquí a defender o negar ciertas tipologías. Sólo utilizaremos algunos conceptos de cultura como herramienta para el desarrollo de nuestras ideas, reconociendo que en el ámbito científico los debates sobre esta cuestión están abiertos por muchos frentes.

En nuestro caso, hemos identificado un tipo de cultura característico y peculiar, común en los centros de enseñanza, y a la que se le viene denominando cultura escolar [DOMINIQUE JULIA (1993) La culture scolaire comme objet historique. Papers del Centre de Recherches Historiques (E.H.E.S.S.), París.]. Es un conjunto de normas que definen los conocimientos que hay que enseñar, las conductas que hay que inculcar y un conjunto de prácticas que permiten la transmisión de estos saberes para conseguir ciertas finalidades que han cambiado históricamente. En la escuela se quiere desarrollar esa cultura académica o escolar que pretende impartir conocimiento científico, idealizándolo, protegiéndolo y poniéndolo como modelo de todo saber. El problema, entre otras cuestiones, está en qué cosa se considera conocimiento científico: el proporcionado y legitimado por el profesor, los libros de texto, el reconocido por el sistema de exámenes. Y es necesario aclarar si la escuela está para difundir sólo el conocimiento científico en su expresión más deteriorada.

La cultura popular, paradójicamente, es un concepto culto [CHARTIER, R. (1994) Culture populaire. Retour sur un concept historiographique. Documento de trabajo en Eutopías, 2ª Época, Vol. 52. Valencia.]. Es decir, como concepto pretende nombrar y caracterizar prácticas y hechos que no están creados por los propios actores. La cultura popular como un sistema simbólico coherente y autónomo que funciona con una lógica desconocida "extranjera" e irreducible a la lógica de la cultura letrada escrita o, en otro sentido, la cultura de los dominantes. Por una parte, una cultura cerrada sobre sí misma, por otra definida por la distancia de la legitimidad cultural de la que es privada por la cultura dominante. Ante este dilema sólo cabe reconocer que cada práctica o discurso popular muestra su autonomía y su heteronomía a la vez. Es decir, hay que reconocer e identificar su producción realmente propia y su reproducción en función de mecanismos propios de la cultura dominante. Lo cual nos puede servir para huir de populismos románticos y de etnocentrismos miopes.

La cultura popular tienen un lugar y ámbito de desarrollo con canales propios y vías de divulgación y cultivo diferentes a los producidos en la escuela, en la cultura académica o escolar. Pero, reconocer tales lugares y ámbitos de creación y divulgación de cultura es un hecho que necesitamos pensar también en la escuela.

Por tanto, resulta necesario establecer una adecuada conexión entre la cultura escolar y la cultura popular para romper ese paralelismo entre los tipos de conocimiento que se generan en cada contexto social (escuela, familia, comunidad). Esta articulación necesaria para el éxito de la relación enseñanza-aprendizaje debe estar guiada por la función educativa de la escuela [PÉREZ GÓMEZ, A. Las funciones sociales de la escuela: de la reproducción crítica del conocimiento y la experiencia. En GIMENO, J. y PÉREZ, A. (1992) Comprender y transformar la enseñanza. Madrid, Morata. Y PÉREZ GÓMEZ, A. (1994). La escuela un lugar para recrear La cultura. En Kikiriki, nº54, pp. 57-63].

Como consecuencia de lo afirmado hasta aquí podríamos preguntarnos cuestiones como ¿qué parte del saber popular, de la cultura de origen debe mantenerse en las escuelas, potenciarse, reconocerse e insertarse junto al conocimiento científico?, ¿qué aspectos de la cultura popular necesitan repararse, reconstruirse o repensarse por los problemas sociales, personales o comunitarios que producen?, y, aunque parezca simple la pregunta, ¿qué conocimiento popular se ha de recoger e investir de conocimiento legítimo, útil y enriquecedor?. Estas y otras preguntas podrían asumir varias ideas:

- La escuela como cruce de culturas y en donde proponer la reconstrucción del conocimiento y de la experiencia, la cual ha de mantener una función crítica sobre la función reproductora del proceso de socialización [PÉREZ GÓMEZ, A. Las funciones sociales de la escuela: de la reproducción crítica del conocimiento y la experiencia. En GIMENO, J. y PÉREZ, A. (1992) Comprender y transformar la enseñanza. Madrid, Morata. Y PÉREZ GÓMEZ, A. (1994). La escuela un lugar para recrear La cultura. En Kikiriki, nº54, pp. 57-63].

Tenidas en cuenta las anteriores ideas y reflexiones, quiero proponer algunas ideas y sugerencias sobre el asunto, volviendo a la carga en este momento en que se vuelve a proponer materias transversales bajo el terrible error de haberle dado a éstas menor importancia curricular:

a) La cultura popular es la base sobre la que se construye o reconstruye el pensamiento, la actividad y el conocimiento del alumnado. Las aportaciones que actualmente se hacen desde la reforma referentes al constructivismo aconsejan: partir de las ideas previas para construir sobre ellas los nuevos conocimientos, bajo el supuesto de que el conocimiento funciona en forma de una estructura que se va recomponiendo según las integraciones que sobre ella se realizan, los conflictos cognitivos que se provocan y los esquemas de pensamiento que se refuerzan. Podemos hablar de la necesidad de reconstnuir las creencias, convicciones, actitudes o explicaciones a la vez que las experiencias, vivencias y sentimientos que a ellas van unidos.

b) Parte del conocimiento científico debe ordenarse y estructurarse en correspondencia con el conocimiento popular. La estructura del conocimiento científico ha de adaptarse a las explicaciones dadas en una determinada comunidad o cultura de manera que se integren tales explicaciones diversas sobre los diferentes problemas, necesidades, hechos o relaciones. Una nueva racionalidad mediadora debe surgir en esta conexión entre el conocimiento y la cultura popular.

c) Existe la urgente necesidad de analizar como contenido básico la actual cultura de masas cuyo soporte principal son los medios de comunicación y su relación con las culturas populares. ¿Debemos hablar de neo-folklore [Esta idea está recogida de GARCIA, A. ( 1990) Cinco tesis sobre el folklore. En Revista de Folklore, Tomo 2, pp. 124.] ante las nuevas formas de cultura popular? ¿Suplantan o destruyen estas formas las anteriores presencias culturales?, ¿Qué simbolismos, rituales, prácticas se están adoptando hoy mayoritariamente?. Esta relación entre la cultura popular y la cultura de masas es una cuestión importante que tratar. Estamos manteniendo la afirmación de que conocimiento científico, cultura popular y cultura de masas son tres tipos de manifestaciones que en la práctica se mantienen paralelas, sin implicaciones mutuas y que resulta imprescindible poner en relación para potenciar la capacidad educativa de hombres y mujeres en el desarrollo diario de las experiencias.

d) Resulta necesaria una problematización de la diversidad cultural, pues existe el peligro de un debilitamiento progresivo de algunas culturas en favor de procesos de aculturación que sustituyen una cultura por otra que probablemente interesa más a sectores sociales ajenos. Contra los procesos de sustitución cultural o fragmentación se requiere procurar la promoción de la cultura popular diversa, crítica y hegemónica.

e) El papel de la cultura popular en la escuela: como rectificación o reproducción de la situación cultural existente en la que la escuela continúa jugando su papel, reconstrucción o cambio de aquellas formas culturales que empobrecen el conocimiento de los individuos y producción de un nuevo conocimiento. Hay que revisar estas tres funciones posibles a jugar por la escuela en el desarrollo de los conocimientos relacionados con la cultura popular y el folklore.

f) Se requiere tratar los problemas del "orden académico" y el sofoco de la cultura popular. Bajo argumentos de mantener el orden exigido por el profesorado en las clases se impone todo un conjunto relacionado con la cultura política y de la participación que puede negar y deteriorar otras formas populares de organización y resolución de problemas. Podemos estar vendiendo un tipo de organización más pobre y ajeno a nuestras propias formas de entender nuestras relaciones. Podemos estar cediendo unas ideas propias de una cultura "más pobre" que las generadas en otros lugares de formación. Por un simple sometimiento a la cultura escrita y a lo "magistral". Nos estamos olvidando de que la cultura se desarrolla en un tipo de mercado con intereses muy concretos que desconocemos y en el que ciertos sectores obtienen ganancias ¿Ganancias del profesorado, del estado, de oligopolios editoriales, de grupos sociales? Este tipo de preguntas son complementarias y añaden información a las anteriores.

g) Las posibilidades de la cultura académica para recrear la cultura popular supone una forma distinta de entender los contenidos y requiere una nueva teorización de los mismos. Esta racionalización mediadora puede construirse retornando formatos curriculares o estructuras centradas en intereses, solución de problemas, experiencias o proyectos.

Admito con GIROUX [GIROUX, H.; SIMON, R. y O. (1989) Popular culture, schooling, and everyday life, Bergin and Garvey, London.] que tanto el alumno como el maestro han sido formados y tienen una cultura popular. Hay que reconocer la importancia de aquellos entornos o prácticas sociales de fuera de la escuela en los que el estudiante ha construido el sentido de su identidad, la política y la cultura. ¿Por qué la cultura popular no ha recibido una mayor atención actualmente en los debates curriculares siendo la escuela y la cultura popular un ámbito fundamental para la democracia? La cultura popular es un campo de posibilidades en las que los estudiantes pueden fortalecerse y apropiarse de formas culturales que dignifiquen y desarrollen las capacidades personales. La subjetividad y la identidad son las bases constitutivas de la cultura popular. La importancia de las formas de la cultura popular en la constitución de identidades que influyen en cómo abordamos nuestros cambios y construimos nuestras experiencias. El rock puede producir placer pero también colaborar en mantener actitudes xenófabas o racistas.

La racionalidad, prácticamente desconocida, que contiene la cultura popular debe interactuar de manera evidente y rentable con la practicada en el ámbito escolar y con la racionalidad aportada desde el conocimiento científico. La clase dominante pretende convencer de la necesidad del conocimiento científico precisamente para el desarrollo de aquellas actividades que rentan más productividad a ciertos sectores económicos y sociales. La escuela debe pretender colaborar en la formación de una democracia.
 


Trabajo de forja.

Todas estas ideas participan de un debate necesario y permanente que debe mantener la escuela sobre qué cultura impartir en ella, lo que nos llevará a la discusión de a quien es útil ese tipo de cultura. Y, en este sentido, cuanto más escaso sea el mercado de trabajo, menos distracciones se tolerarán en la educación. Cuanto más restricciones imponga la crisis más ajuste se reclamará. Son presiones que afectan en desigual medida a distintos niveles escolares, pero resultan una realidad para todo el conjunto de difusión del conocimiento. Muchas voces de alarma y hechos contundentes están empezando a frenar la fe en el progreso científico-técnico, poniendo en crisis, de paso, la ideología y práctica que en torno al mismo se ha montado. La persistencia y aumento de las desigualdades entre los individuos y entre los pueblos, el deterioro del medio ambiente, la escasez de recursos no renovables, los peligros de la ciencia y de la técnica independizada de valores morales (desarrollo de armas, manipulación genética) empiezan a poner en tela de juicio la idea de progreso en la que se apoya el complejo ciencia-tegnología [GIMENO, J. (1994) Dilemas y opciones. En Cuademos de Pedagogía, vol. 225, pp. 8-14.].

La situación que describe el autor aquí nos manifiesta la existencia de modelos de desarrollo y cultura hegemónicos con poco valor para los alumnos y alumnas de nuestros centros educativos por cuanto no responden a los intereses de la mayoría. El conocimiento y la discusión de estas ideas ha de tener su entrada en la escuela de la manera más definitiva. En este sentido, puede ser importante rescatar el valor de autonomía e independencia que la cultura popular defiende ante otras culturas de menor interes colectivo aunque con valores formativos importantes.