Cantes de compás mixto

Cantes de compás mixto



Incluimos bajo esta denominación una serie de cantes que se ajustan a un compás mixto de doce tiempos, formado por la alternancia de los compases binarios y ternarios. Son el romance, la botería por soleá, la bulería, el polo, la caña, las alegrías, las cantiñas, las romeras, el mirabrás y los caracoles. Son todos cantes de gran sabor y belleza flamencos; cantes un tanto místicos, ya que muchos, no sabemos por qué, consideran su compás no ya difícil, sino poco menos que imposible de asimilar a menos que, como ellos dicen, se lleve en la sangre. En realidad, no es así. Nosotros estamos convencidos de que podemos enseñarlos a nuestros alumnos con relativa facilidad. Este es precisamente el camino que recomendamos para acercar a nuestros alumnos a estos cantes: el aprendizaje de este compás.

Para su enseñanza, podemos dar los siguiente pasos:

1. Explicación del compás.

En primer lugar, escribiríamos en la pizarra:

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

y les diremos que los números subrayados corresponden a los tiempos acentuados, es decir, los tiempos que se marcan dando las palmadas más fuertes.

 

2. Contar los tiempos.

El primer ejercicio práctico consistiría en contar los tiempos. Les podemos decir que es costumbre flamenca contar los tiempos 11 y 12 como 1 y 2. Si contamos estos doce tiempos con las acentuaciones correspondientes (números escritos en mayúscula), debemos oír algo así:

un dos TRES

cuatro cinco SEIS

siete OCHO

nueve DIEZ

un DOS

un dos TRES

cuatro cinco SEIS

siete OCHO

nueve DIEZ

un DOS

Para que se familiaricen con este tipo de compás es conveniente que cuenten los doce tiempos al menos tres o cuatro veces seguidas. Durante las primeras tandas el profesor debe marcar mucho cada acentuación, contando los tiempos muy despacio, luego podrá ir acelerando un poco el ritmo.

3. Marcar el compás.

El compás lo pueden marcar a base de palmas, golpes de nudillos sobre el pupitre o taconazos. Podemos decirles también que al tiempo que marcan el compás continúen contando los tiempos. Durante esta fase del aprendizaje el profesor deberá estar muy atento para que los niños lleven siempre el mismo ritmo. Cuando note que empiezan a acelerar, lo marcará él mismo.

4. Audición de un toque de guitarra.

Una vez que los niños marquen con soltura el compás básico, les pondremos una grabación de una guitarra tocando por soleá. El profesor indicará claramente las entradas - el inicio de cada compás completo de doce tiempos - para que los niños sepan donde habrán de empezar a marcar los compases. Esto lo puede hacer contando los doce tiempos sobre los toques de la guitarra.

5. Audición y acompañamiento.

Cuando los niños reconozcan el inicio de cada compás, les pediremos que lo vayan marcando al tiempo que oyen el toque de guitarra. Para que todos los niños comiencen al mismo tiempo, el profesor les dará la entrada con un movimiento de la mano, levantándola y dejándola caer en el momento exacto.

6. Acompañamiento de distintos cantes.

Tras estos cinco primeros pasos, los niños podrán practicar este compás con cada uno de los cantes que forman este grupo. Empezaríamos por la soleá hasta llegar a la bulería. La única diferencia entre cada uno de ellos y los restantes reside en la mayor o menor rapidez en la sucesión de compases. Para que los alumnos realicen estas prácticas utilizaremos grabaciones de toques de guitarra.

Cuando los niños hayan asimilado este compás en sus distintas variedades, cuando disfruten marcándolo a los sones de una guitarra, estarán en condiciones de ir conociendo cada uno de los cantes que se ajustan, al mismo. El aprendizaje y la práctica de el compás habrá servido de factor motivador para encararlos con garantías de éxito.

Aunque el orden en el que vayamos presentándoles cada uno de estos cantes puede quedar a criterio de cada profesor, ya que, por un lado, no podemos decir que uno sea más eficaz que otro; y por otro, siempre hay que tener en cuenta las peculiaridades de la localidad en donde enseñemos - parece lógico que en Cádiz empezásemos por las alegrías -, nosotros recomendamos el siguiente:

Audio del recurso educativo.

Romances

 

Bulería por soleá

 

Bulerías

 

Soleá

Empezamos por los romances porque tienen el compás más fácil de seguir, ya que a lo largo de cada uno de ellos se repite varias veces una misma melodía. Los romances pueden además servirnos para estudiar esta creación literaria de tan marcado acento popular.

Desde el romance caminaríamos, acelerando el compás, hasta la soleá por bulerías y de ahí a las bulerías; dos cantes que nuestros alumnos pueden también acompañar con palmas mientras los escuchan.

Así llegaríamos a las soleares, el polo y la caña; cantes que deben escucharse en silencio. Los niños pueden, eso sí, marcar el compás de la guitarra, pero cuando el cantaor se arranque, nosotros habremos de decirles: Ahora escuchad. Y que nuestra voz transmita nuestro propio deseo de absorber todo lo que el cantaor comunique.

Antes de adentrarnos en los cantes de Cádiz, no estaría de más que volviesen a escuchar un solo de guitarra. Aunque el compás es idéntico a todos los anteriores la guitarra tiene una entonación distinta y característica. Sería además un buen momento para que comparasen, por ejemplo, los toques por bulerías y por alegrías. Poco a poco irían desarrollando su capacidad de apreciar matices, algo fundamental para saborear en toda su complejidad y belleza el Cante Flamenco.

Con los cantes de Cádiz caminaríamos desde los más alegres y populares hasta finalizar nuestro recorrido con los que tienen una sola melodía: mirabrás y caracoles.

Una última recomendación: al presentar cada uno de todos estos cantes, podemos y debemos hablar a nuestros alumnos del contenido de las letras, de los sentimientos que ellas expresan, de los cantaores y cantaoras que han hecho cada cante lo que hay día son, de las comarcas cantaoras, en fin, de los aspectos que consideremos más relevantes de acuerdo con el cante que en cada ocasión presentemos. No olvidemos que ya no estamos dando los primeros pasos de nuestro camino al Cante, que si hasta aquí hemos sabido hacer bien las cosas, nuestros alumnos deben ser ya pequeños aficionados.